Huelga histórica 24M (ojalá)

Mañana, 24 de marzo de 2015, debería ser uno de esos días que hacen historia, o al menos, de esos que se quedan grabados en nuestro recuerdo como el día en que la universidad pública decidió gritar, ¡basta ya!  Cansada de aguantar agazapada, adormecida y aletargada el ataque continuo y premeditado que desde este gobierno (y anteriores) viene padeciendo en un intento por conseguir deteriorar un sistema universitario que garantiza la igualdad de oportunidades, por otro que prima y favorece las exigencias mercantilistas de los nuevos partners empresariales y clericales de nuestros gobernantes.

Mañana la comunidad universitaria, aunando las voces de estudiantes, profesores y personal de administración y servicios, vivirá una jornada de huelga convocada por los principales sindicatos con representación en la mesa sectorial de universidades públicas españolas. Miles de personas saldrán a la calle, se reunirán en asambleas y concentraciones, participarán en movilizaciones y manifestaciones con una sola idea, la defensa de la universidad pública ante los ataques y recortes del gobierno.

Desde el inicio del siglo XXI la universidad pública vive un continuo proceso desestabilizador. Cuestionada por unos y otros sobre su baja calidad, su excesiva endogamia y su escasa competitividad en los ránkings internacionales y con la excusa de la convergencia al Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), hemos tenido que adaptarnos en poco tiempo a los cambios de dos leyes orgánicas universitarias (Ley Orgánica de Universidades 6/2001 y la Ley Orgánica de modificación de la LOU 4/2007) y a modificaciones parciales a través de decretos (los más significativos el RD 1312/2007, RDL 14/2012 y el RD 43/2015).  Por esta vía de urgencia mediante decretos se han modificado aspectos de gran relevancia como el sistema de promoción y carrera del profesorado universitario (ya hay un nuevo proyecto de decreto de modificación) , el sistema de becas y el acceso de los estudiantes a las universidades, la regulación del encargo docente del profesorado y la organización de la estructura de estudios universitarios en grados y másteres y los estudios de doctorado, entre otros. Esta obsesión reguladora ha supuesto cambios continuos en las reglas del juego a las que estudiantes y profesores, principalmente, han tenido que ir adaptándose a pesar de haber mostrado, de forma poco contundente, eso sí, su rechazo y repulsa en la mayoría de las propuestas renovadoras.

En cierto sentido, y como docente de este sistema, me siento cómplice por no haber sido capaz de reivindicar con fuerza nuestros derechos, por no haber levantado la voz con mayor contundencia cuando en los albores de este siglo, nos dejamos engatusar por los cantos de sirena de la promesa de una mejora boloñesa de la universidad en la que muchos creímos. Incluso aceptando que este cambio lo asumíamos a coste cero y con el enorme esfuerzo individual de cada uno de nosotros. Confiamos que esta reforma del Plan Bolonia solo tenía la intención de mejorar la calidad de la docencia, la renovación de las metodologías docentes y la búsqueda de una homogeneización del sistema universitario basado en el desarrollo de competencias y habilidades para formar a nuestros egresados.

Huelga universidad

Y ese fue nuestro error, y a pesar de que algunos compañeros, desde el inicio, alzaron su voz y trataron de convencernos de que en el horizonte de estas reformas solo se escondía un intento mercantilizador de convertir nuestro sistema universitario en un sistema dual. Por un lado, la debilitada, denostada y recortada universidad pública que será la encargada de impartir una formación básica no habilitadora para el desempeño profesional en condiciones competitivas de los egresados. Y por otro, el sistema de másteres necesarios para completar su formación universitaria a los que accederán los estudiantes que puedan económicamente afrontar el sobre coste de esta formación o decidan acudir al endeudamiento bancario para continuar sus estudios en los másteres ofertados en mayor medida por las universidades privadas.

Mañana quiero compensarlo y espero que la mayoría de mis compañeras y compañeros, que sé que piensan que no merecemos este ataque, levanten conmigo su voz y acudan y participen en todos los actos de esta jornada de huelga universitaria. Ojalá. Y que sean miles las voces en la calle de toda la comunidad universitaria manifestando nuestro rechazo al modelo del 3+2 y a las políticas de recortes a la investigación y la docencia universitarias de este gobierno. Y que de esta forma escuche y entienda, de una vez por todas, que la universidad pública española merece ser objeto de una reflexión consensuada y participada por todos los agentes que la componen para tratar de mejorarla y de hacerla más competitiva, pero hacerlo manteniendo su seña de identidad cono la universidad pública de calidad y la que garantiza la igualdad de oportunidades para todas y todos.

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